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El racismo está en nuestra casa

Collectif
Date de parution 01/09/2020
EAN: 9782490073252
Disponibilité Disponible chez l'éditeur
“Marx no está superado en Detroit”, en 1967, fue el título de Lotta comunista para un acontecimiento memorable ; la lucha del proletariado negro en la capital estadounidense del automóvil. La cuestión racial llevaba implícita la contradicción de clas... Voir la description complète
Nom d'attributValeur d'attribut
Common books attribute
ÉditeurSCIENCE MARXIST
Nombre de pages267
Langue du livreEspagnol
AuteurCollectif
FormatPaperback / softback
Type de produitLivre
Date de parution01/09/2020
Poids315 g
Dimensions (épaisseur x largeur x hauteur)1,20 x 12,00 x 19,50 cm
“Marx no está superado en Detroit”, en 1967, fue el título de Lotta comunista para un acontecimiento memorable ; la lucha del proletariado negro en la capital estadounidense del automóvil. La cuestión racial llevaba implícita la contradicción de clase ; el centro de la lucha continuaba estando en las fábricas de las metrópolis de las potencias industrializadas, y no en los campos que, según los mitos entonces en boga del maoísmo y del tercermundismo, deberían haber cercado estas ciudades.Medio siglo después han cambiado muchas cosas, pero no ese principio de clase. La China del populismo campesino de Mao Tse-Tung se ha convertido en una potencia económica que juega al mismo nivel que Estados Unidos y Europa ; sus colosos industriales desafían a los de Occidente, que antaño la habían subyugado, pero también cientos de millones de proletarios chinos se han sumado a nuestra clase mundial. Hace tiempo que ha llegado la hora de una lucha de clases moderna también a las metrópolis de Asia : Marx no se ha superado en Pekín, Shanghái, Wuhan, Cantón, así como tampoco en las otras inmensas concentraciones urbanas de las nuevas potencias asiáticas. En ee.uu., cincuenta años de desplazamientos sociales han hecho crecer a una burguesía negra y a una clase media negra al lado del proletariado negro, pero esto no ha cambiado el hecho de que la discriminación por el color de la piel continúe disfrazando la opresión de clase. En los barrios de las metrópolis estadounidenses, la discriminación social es lo que tienen en común los nuevos flujos de inmigrantes nacidos en el extranjero con el proletariado afroamericano y las estratificaciones de asalariados blancos.Asimismo, también en Italia, España, Francia o Alemania, durante décadas, las metrópolis han cambiado su rostro : los trabajos más ingratos y los últimos peldaños de la escala salarial han sido confiados al proletariado inmigrante y, también la vieja Europa, que había conocido incluso los monstruos del genocidio, ha redescubierto la vergüenza del racismo y de la xenofobia.Por lo tanto, « Black lives matter », cierto : las vidas de los negros cuentan, pero ¡ atención a la denuncia hipócrita del racismo solo en casa de otros ! Cuentan las vidas de las personas desesperadas que continúan ahogándose en el Mediterráneo, cuentan los obreros forzados a trabajar en condiciones inhumanas, cuentan los millones sin protección en la construcción, en las fábricas, en los almacenes y en los hoteles. La crisis de la pandemia secular solo ha revelado lo que estaba a la vista de todos, pero que nadie quería ver. Por lo tanto, enfrentarse a toda clase de opresión y explotación significa volver a Marx. Significa reencontrar el principio de la unidad de clase, en la conciencia científica del comunismo.